LAMURAD

Southern Journal of Research in Art and Design.

Bajo el signo de lo interesante

Gerard Vilar

Bienal de Venecia 2019, arte, investigación artística, interesante

Aburridos, estos tiempos en los que vivimos, desde luego, no son. Con el trumpismo triunfante, la progresiva degradación medioambiental y el calentamiento global, las migraciones traumáticas,  el triunfo de la necedad y las fake news, el racismo y el insulto en las redes, la extensión de la precariedad y otros estragos de la globalización, está claro que nos sobran los motivos de preocupación. Ralph Rugoff, el comisario neoyorquino de la Bienal de este año 2019 y director de la Hayward Gallery de Londres, ha querido titular la muestra con una expresión que alude a esta condición intensa que tiene nuestra época. Se trata del dicho, supuestamente procedente de China, May You Live In Interesting Times. Una fórmula de uso más bien irónico que incluso se puede emplear como una maldición. «Que vivas en tiempos interesantes» puede significar cualquier cosa, aunque parece que Rugoff piensa ante todo en el arte que da que pensar por su posicionamiento crítico, esto es, en el arte interesante, como se lo denomina en el folleto de presentación. Nada nuevo bajo el sol porque Rugoff, al fin y al cabo, apela a una muy vieja categoría de la teoría del arte y la estética, a saber: lo interesante. Concepto derivado de la categoría económica “interés” y opuesta a la definición que Kant diera de lo estético, que basó precisamente en el desinterés, lo interesante es aquello inter esse, lo que está entre, aquello que nos atrae u ocupa sin saber muy bien por qué. Que una obra o un artista sean interesantes significa una especie de suspensión del juicio: no es bueno, no es malo, no es indiferente, pero es interesante. Atrae nuestra atención sin que sepamos precisar muy bien por qué. Tras dos Bienales que más bien flojearon, esta 58ª edición resulta  cuando menos (más) interesante. Es imposible dar una visión del conjunto de este evento masivo, pero comentaré mi selección de siete puntos interesantes, esto es, que me han afectado y me han dado que pensar, y por los que han merecido la pena el viaje, los gastos y las inevitables incomodidades de la ciudad más turística del planeta.

 

La selección de Ralf Rugoff se encuentra, como es costumbre, ubicada en el Arseanale, donde ocupa la mayor parte del espacio compartido con algunos pabellones nacionales como el de China o el de Italia, y en el pabellón central de los Giardini. Todos los artistas escogidos tienen dos obras, una en el Arsenale y otra en el pabellón central. De los 79 artistas de todo el mundo –ninguno español, por cierto– no hay que perderse la impactante instalación de Shilpa Gupta For, in your tongue, I cannot fit, un espacio en la penumbra con numerosos micrófonos colgados del techo y reconvertidos en altavoces por los que se oye a modo de sinfonía la lectura de textos censurados de cien poetas des del siglo VII hasta el presente. Los versos, en distintas lenguas  –árabe, inglés, azerí, ruso, hindi–,  dan forma a un sobrecogedor paisaje que incluye o excluye al oyente en base a su conocimiento de lenguas.

Interesante resultan también las instalaciones videográficas de Hito steyerl, siempre poderosas: This is the Future y Leonardo’s submarine. Especialmente la primera, en la que hay un cuestionamiento de la Inteligencia Artificial, Steyerl se hace portavoz de un futuro sobre el que nos invita a reflexionar. También hay que mencionar el cacofónico video de Christian Marclay 48 War Movies, los retratos en blanco y negro de Zalene Muholi, y las esculturas neomodernas de Liu Wei, sin olvidar Barca Nostra, el monumento rememorativo de la muerte de miles de inmigrantes en el mediterráneo erigido por Christoph Büchel con el barco pesquero en el que murieron centenares de personas el 30 de junio de 2016.

 

En esta edición son 90 los pabellones nacionales, concepto con el que empezó la Bienal de arte en 1895 y que, pese a la globalización y la internacionalización del arte y los artistas, es una fórmula que seguimos aceptando, y cada año con un creciente número de países representados. Dos me parecieron especialmente interesantes. El pabellón de Francia presenta la obra “líquida y tentacular” Deep Blue Surrounding You/Vois Ce Bleu Profond Te Fondre de Laure Prouvost, artista francesa que vive en Amberes y que ganó el Turner Price en 2013. El pabellón está centrado en un absorbente y a ratos delirante o mágico film de unos 45 minutos. No estoy muy seguro de lo que vi, pero era fascinante. El pabellón Catalán, por su parte, ofrece una muestra del poder de las imágenes en el siglo XX, To Loose Your Heads (Idols): adoración, iconoclastia, deshonra, resignificación de las imágenes en Catalunya. Pedro Azara ha hecho un magnífico trabajo y, especialmente, un catálogo ejemplar. El pabellón español, por el contrario, aunque partía de una buena idea del siempre solvente Peio Aguirre, se queda lejos del objetivo. Los pabellones belga, australiano o japonés merecen también una mención, sin olvidar el pabellón de Lituania, premiado con el León de Oro, pero que consiste en la performance de una ópera para 13 voces en una playa que solo tiene lugar los sábados y que, desgraciadamente, no pudimos ver, aunque se puede ver un fragmente en youtube

 

Fuera del marco institucional de la Biennale, hay un montón de cosas interesantes y hasta magníficas. Para empezar, en la Giudecca, la tercera edición del Research Pavilion coordinado por UniArts Helsinki con la Aalto University, la Valand Academy de la Universidad de Gotenburgo, la Angewandte de Viena y el Interlab Hongik de la Universidad de Seoul, ofrece un amplio programa de proyectos de investigación en curso entre  el 9 de mayo y el 28 de agosto que no debería perderse nadie interesado por la investigación artística. Además, una de las research cells (Through Phenomena Themselves) está coordinado por uno de los profesores del MURAD, Àlex Arteaga. Pueden consultarse las fechas de los distintos eventos en la web de pabellón:

 

 

Research pavilion

 

En el siempre fascinante Palazzo Fortuny, se puede contemplar una retrospectiva del artista coreano Yun Hyong-keun, un magnífico expresionista abstracto oriental que floreció tardíamente a principios de los años setenta y que ha legado una obra de primera magnitud, casi comparable a la de Rothko, aunque con otra lógica y otra paleta. Arte moderno en estado puro con el trasfondo de las convulsiones de la historia de Corea  de los últimos setenta años. No hay que perdérsela, a parte de que el maravilloso palazzo merece la visita por sí mismo si no se conoce. Tampoco hay que perderse la muestra de pinturas del flamenco Luc Tuymans que se exponen en la Palazzo Grassi, una de las sedes de la colección Pinault. Las siempre inquietantes telas de Tuymans son la demostración meridiana de que la pintura puede que no sea el medio artístico central que fuera en el pasado, pero que sigue bien viva y a la altura de los artistas de otros tiempos. En la Punta de la Dogana se exhiben las últimas adquisiciones de la Pinault pero, como la muy publicitada exposición de Baselitz en las Gallerie dell’ Accademia, resultan más bien prescindibles, si bien la visita a la Accademia merece mucho la pena porque puede contemplarse un manuscrito que casi nunca se exhibe: el original del hombre de Vitrubio de Leonardo da Vinci, el círculo cuadrado.


1. G. Vilar «La entropía estética y lo interesante», en El desorden estético, Barcelona: Idea Books, 2000, pp. 49-66; M. Epstein, “The Interesting”, Qui Parle 18.1 (2009), pp. 75-89; S. Ngai, Our Aesthetic Categories. Zany, Cute, Interesting, Cambridge (Mass,) y Londres: Harvard U.P., 2012, pp. 110-173.