LAMURAD

Southern Journal of Research in Art and Design.

LA BIENAL DE LAS MUJERES

La Bienal de Arte de Venecia 2022

Jèssica Jackes y Gerard Vilar

bienal, arte, mujeres, Venecia

Con un año de retraso debido la pandemia, por fin a finales de abril se inauguró la 59 edición de la Bienal de Arte de Venecia, en una ciudad mucho más amable por la presencia de menos turistas que en las últimas ediciones y la desaparición de los gigantescos cruceros de la laguna. Hasta el 27 de noviembre podrá visitarse este macroevento que desde siempre nos ha dado una imprescindible degustación de lo que se cuece en el arte contemporáneo. La exposición central de esta edición, comisariada por Cecilia Alemani, lleva por título The Milk of Dreams, título de un cuento infantil de la que aparece como musa de la exhibición, la escritora y pintora británica Leonora Carrington. Con Carrington, Remedios Varo, Leonor Fini, Dorothea Tanning, Cecilia Vicuña o la recientemente desaparecida Paula Rego, forman una suerte de constelación estelar que apunta hacia la fantasía, la imaginación y lo surreal. También, claro es, a la reivindicación del arte de las mujeres. Como se apunta en el encabezado de este artículo, esta es la Biennale de las mujeres. Los nombres femeninos dominan tanto en el Arsenale como los Giardini y en los incontables eventos que se organizan paralelamente a la Biennale por toda la ciudad.

El elefante de Katarina Fitsch en la rotonda del Pabellón Central, y la gran figura femenina de Simone Leigh al principio del Arsenale, sirven de pórtico programático a cada uno de los espacios de la exposición. A la primera, además, se le ha concedido junto a Cecilia Vicuña, el León de Oro a su carrera artística. La segunda es la artista invitada en el pabellón de los EE.UU., uno de los mejores de todos los pabellones nacionales, esta vez irónicamente reconvertido en una cabaña de un poblado africano. The Milk of Dreams reúne a más de doscientos artistas de los cuales el noventa por ciento son mujeres. Contemporáneas en su mayoría, pero también muchas de la época de las vanguardias del siglo pasado desde Djuna Barnes a Niki de Saint Phalle o Barbara Kruger. Pero entre todas estas mujeres, a parte de su condición de tales y de que 172 de ellas nunca habían participado en  una exposición internacional, ¿hay algún denominador común entre ellas?  Según la comisaria, esta exposición se articula en torno a tres grandes temáticas particulares: la representación de los cuerpos y sus metamorfosis; la relación entre los individuos y las tecnologías; y la conexión entre los cuerpos y la Tierra. Desde el punto de vista discursivo, o filosófico, si se quiere, hay tres nombres que se invocan: Rosi Braidotti y su defensa de un punto de vista posthumanista;  Silvia Federici y su propuesta de re-encantamiento del mundo en una perspectiva feminista y de una política de los comunes; y, en tercer lugar, Donna Haraway y su defensa del compromiso con la otredad significante. Si tuviéramos que hacer un tag cloud de esta exposición, cabría alzaprimar unas pocas palabras. He aquí una propuesta de los adjetivos más significativos aplicables a muchas de las obras y artistas: neosurrealista, decolonial, feminista, queer, posthumanista. Las tres pensadoras antes citadas se identifican con todos estos adjetivos, salvo quizás el primero. La crítica al hombre de Vitrubio y su razón heteropatriarcal, blanca y occidental la encontramos de modo más o menos explícita en la mayoría de las obras expuestas. Obviamente, es lo que toca. Tanto toca, que se echa en falta alguna crítica de la crítica.  Creo que la mayoría estamos de acuerdo en la crítica del androcentrismo y el racionalismo occidental, pero ello no nos debería hacer perder de vista la gran necesidad de razón que hay en el mundo y que muchas de las obras exhibidas parecen dar la espalda al deslizarse hacia lo más irracional. El posthumanismo y el feminismo defienden en general otra racionalidad, no la irracionalidad estéticamente rechazable de gran parte de los neosurrealismos que se nos presentan. The Milk of Dreams no acaba de ser una exposición de investigación porque al final no solo es dependiente de la opacidad y ambiguedad de las imágenes en general, sino que ella misma no nos ofrece una imagen, a lo sumo un mosaico ilegible.

La otra gran sección de la Biennale es la de los pabellones nacionales. Siempre dicutida y discutible la identificación del arte contemporáneo con las naciones, algunos `pabellones merecen una visita. Además del pabellón norteamericano antes aludido, hay que destacar el de Nueva Zelanda, comisariado por Natalie King, en el que el artista queer Yuki Kihara nos ofrece una hermosa e irónica instalación, Paradise Camp,  en la que los mares del sur y las tahitianas de Gauguin se convierten en figuras trans, las indígenas en drag.

En el pabellón español, situado frente a la entrada de los Giardini, el artista catalán Ignasi Aballí junto a la comisaria Bea Espejo, aprovechando que el edificio ha cumplido un siglo, hace una intervención arquitectónica original, una Corrección, que es como se titula la exposición. Aballí observó que el edificio, aunque es ortogonal al paseo en el que se encuentra, aparece ligeramente desplazado respecto a los pabellones vecinos de Holanda y Bélgica, apreciándose, además, una inquietante proximidad con este último, donde los muros de ambos pabellones parecen tocarse. Partiendo de esto, Aballí abraza la hipótesis de que la ubicación actual del pabellón español sea una anomalía y se pregunta qué pasaría si moviéramos el pabellón hasta alinearlo con el resto de los edificios colindantes y qué cambios implicaría dicha modificación.  Así que lo que hace es desplazar unos 15 grados algunos de los muros interiores. Como ha dicho la comisaria, “Cuando giras el pabellón se desdibuja cualquier idea de representación nacional que tenga un sentido único”. Una obra conceptual lograda, aunque con un efecto estético más bien modesto.

Otro tanto ocurre con una instalación de Lara Fluxà comisariada por Oriol Fontdevila para el pabellón de Cataluña ubicado, como estos últimos años, en los Cantieri Navali como uno de los eventi collaterali de la Biennale. Producto de un notable proceso de investigación artística, la instalación Llim (Limo) trata del agua de Venecia, el elemento más característico de la ciudad y que lleva una fuerte carga poética, política y física. La intervención de Lara Fluxà se compone de un conjunto de cisternas, cápsulas y conducciones vítreas; en palabras del artista, «un grupo de familias de organismos sin piel, en diálogo y transformación con el agua». Proveniente del canal de Venecia, el agua circula permanentemente por el interior de la instalación, dejando residuos, lodos y sedimentos, es decir limo, que da título a la exposición. Para realizar la gran instalación que es Llim, la artista mallorquina y Oriol Fontdevila han contado con un equipo de ingenieros hidráulicos que han creado un sistema de bombeo ad hoc para la muestra, así como con maestros vidrieros, conectando así con la larga tradición veneciana del vidrio, fuertemente establecida en la isla de Murano desde el siglo XIII. Magnífica obra conceptual, pero de escasa fuerza estética y, pues, un tanto decepcionante como generadora de una experiencia artística.

Otro pabellón nacional notable es el de Singapur, donde la comisaria Ute Meta Bauer presenta una instalación de Shubigi Rao con el título Pulp II: A Short Biography of the Banished Book. Rao, nacida en Mumbai, India, nos presenta un proyecto de investigación de largo alcance centrado en un video y un libro4. Pulp rebosa de un profundo amor por la página impresa, mientras abraza abiertamente los complicados bordes de la bibliofilia y los legados más oscuros de la impresión. «Si nuestra historia sirve de referencia», escribe Rao, «todos los libros son cenizas predestinadas». Y, sin embargo, los esfuerzos de conservación pueden tener consecuencias no deseadas. La imprenta tiene la desagradable costumbre de fijar en la página ideas que deberían permanecer en movimiento. “La ironía de los cuentos populares encuadernados en un libro, en un estante de una biblioteca, es un ejemplo evidente del cese de la evolución, del silenciamiento de la oralidad colectiva”, argumenta Rao. También señala la tiranía del libro de texto, un medio para afianzar las narrativas al servicio del imperio. Para evitar reproducir tales hegemonías, Rao ha diseñado su proyecto para que tenga múltiples entregas flexibles. Al igual que su cuerpo de trabajo dedicado a S. Raoul, Pulp estaba destinado a abarcar diez años, con la investigación comenzando en 2014 y un total de cinco volúmenes publicados en intervalos de dos años a partir de entonces, pero Covid-19 interrumpió esta línea de tiempo. A partir de ahora, la serie consta de dos libros publicados, y el tercero aparece como parte de la presentación del artista en el pabellón de Singapur en Venecia. El primer volumen, publicado en 2016, presenta a varios de los pensadores clave y estudios de casos que enmarcan la investigación de Rao. Algunos hablan de la violencia contra los libros como un acto de guerra (como la destrucción de la Biblioteca Nacional de Bosnia-Herzegovina en Sarajevo en 1992); otros revelan la perversidad en el fetichismo de la página impresa (como en Lovaina, Bélgica, donde los libros raros recuperados del bombardeo de la biblioteca de 1914 se guardan bajo vidrio y se convertirían en polvo si alguien intentara leerlos). En una entrevista para ArtReview Rao afirmava: “Pulp III marca el punto medio de mi proyecto de diez años que comenzó en 2014 y fue apoyado por el Consejo Nacional de las Artes de Singapur (NAC). La presentación en el Pabellón de Singapur en Venecia destaca mis intereses clave en el proyecto, incluida la pérdida y preservación de idiomas, el acceso al conocimiento, la resistencia a la monetización del conocimiento y las bibliotecas alternativas y en la sombra. La exposición-construcción refleja el acto de leer e incorpora un laberinto de papel, películas y libros en la instalación. Caminar por el laberinto alienta al espectador a reducir la velocidad a medida que se desarrolla cada aspecto del trabajo, similar al acto de leer. Cada elemento de la exposición habla entre sí, ya que las imágenes, el texto y el sonido se difunden por el espacio.”

 

Sin duda, hay otros pabellones que considerar, comenzando por el británico en el que encontramos la poderosa exposición Feeling her Way de la artista británica Sonia Boyce explorando el potencial del juego colaborativo como ruta hacia la innovación. La instalación de Boyce reúne obras de video con cinco músicas negras (Poppy Ajudha, Jacqui Dankworth MBE, Sofia Jernberg, Tanita Tikaram y la compositora Errollyn Wallen CBE) que fueron invitadas a improvisar, interactuar y jugar con sus voces. Sonia Boyce junto a la mencionada Simone Light ha ganado el León de Oro de esta edición de la Biennale. Por lo demás, los pabellones de Francia, Alemania, Bélgica, Escandinavia, Dinamarca, Corea, Italia, Líbano, Ucrania, Uganda o Sudáfrica merecerían también algún comentario.

 

Aprovechando la celebración de la Biennale, numerosos centros de arte venecianos realizan grandes exposiciones o presentan proyectos artísticos especialmente pensados para la ocasión. Así, por ejemplo, en el Palazzo Grassi, Pinault nos ofrece una completa exposición de Marlene Dumas, una artista sudafricana radicada en Amsterdam indispensable en el panorama contemporáneo cuya obsesión con el cuerpo humano, el sexo y el rostro son llevados a los extremos de la vida y la muerte en un lenguaje neoexpresionista singular. Sus figuras fantasmagóricas y desgarradas rozan a veces la pornografía, a veces el horror, a veces la ternura y la empatía. Una pintura que defiende la humanidad en medio de la inhumanidad.

En el Arsenale ya nos encontramos con una gran pieza escultórica de Louise Nevelson de magnífica factura, compuesta en el lenguaje que la hizo famosa en los años setenta y ochenta, pero en la antigua Procuradoría encontramos una muy completa exposición de su obra que nos muestra una parte de sus creaciones a penas conocida: sus collages. Es cierto que, en un sentido, sus esculturas siempre fueron una suerte de collage tridimensional, pero aquí hablamos de otra faceta de su producción. Nadie debería perderse esta exposición que nos descubre una de las creaciones en el medio tradicionaldel collage más logradas de la historia del arte contemporáneo. Fundamentalmente trabajando piezas de madera que reutiliza y recicla, como en sus esculturas, los collages son composiciones bidimensionales, a veces tímidamente tridimensionales, que se cuelgan en la pared como un cuadro, y son de una delicadeza y sutilidad raramente vistas. Creados entre los años cincuenta y su fallecimiento en 1988, evidencian una suprema maestría para la composición en el sentido de una moderna concinnitas.  Sin duda, esta judía ucraniana emigrada de pequeña a EE.UU., merece un lugar más relevante en la historia de este medio. Pero quizás la más notable y monumental de las intervenciones artísticas que hayamos visto este año sea la de Anselm Kiefer en el Palazzo Ducale. No vamos a ocultar que es la obra que más nos ha impresionado.  Se trata de una obra site-specific, pieza central de la quinta edición de MUVE Contemporaneo, la bienal organizada por la Fondazione Musei Civici di Venezia y cuya principal preocupación es reflexionar sobre la relación entre el arte contemporáneo y los museos. La obra de Anselm Kiefer, uno de los principales artistas en activo en la actualidad, forma parte de las celebraciones por el 1600 Aniversario de la Fundación de Venecia y que busca destacar la posición única de la ciudad entre el Norte y el Sur, Oriente y Occidente. El título de la obra proviene de los escritos del filósofo veneciano Andrea Emo: Questi scritti, quando verranno bruciati, daranno finalmente un po’ di luce (Estos escritos, cuando se quemen, finalmente arrojarán un poco de luz). La serie de pinturas producidas especialmente para el Palacio Ducal en 2020 y 2021 están dispuestas en el espacio y el magnífico marco de la Sala dello Scrutinio, y en la pequeña Sala della Quarantía Civil Nova, en estrecha relación con las treinta y tres pinturas monumentales del techo y con los valores heroicos expresados ​​por todo el palacio. Las piezas de Kiefer cubren  obras de Tintoretto, Palma il Giovane, y Andrea Vicentino, que habían sido llamados por el Senado de la República para repintar la gloria de Venecia, en tierra y mar, en los muros de la Sala dello Scrutinio tras un devastador incendio de 1577. A todo ello se alude en esta obra que consta de 14 pinturas que incorporan zinc, plomo, oro real, ropa real y partes de carritos de compras, todo ello en una superficie de 8,4 x 116 m. en una sala y 5,6 x 6,2 m. en la otra. La muestra subraya el papel del arte contemporáneo en la reflexión sobre temas universales, trascendiendo Venecia y abriéndose a las perspectivas filosóficas actuales.

Otras exposiciones relevantes son una de Aniish Kapoor en la Accademia, que no aporta nada a quien ya esté familiarizado con su obra. Especialmente recomendable, sin embargo, es la estupenda exposición Surrealism and Magic: Echanted Modernity, que propone el Museo Peggy Guggeheim. Atendiendo especialmente a las artistas surrealistas, es el perfecto complemento a la The Milk of Dreams de la Biennale.

En penúltimo lugar, destacaremos en la iglesia de San Lorenzo una exposición comisariada por Chus Martínez, The Soul Expanding Ocean, parte del proyecto Ocen Space, que en su cuarta exposición ofrece dos propuestas. Por una lado una instalación de Dineo Seshee Bopape, una artista sudafricana que propone “Ocean! What if no change es your deseperate mission?”  con tres pantallas de gran formato en las que se proyecta un video de Bopape que traza sutilmente un viaje acuático desde las Islas Salomón hasta las plantaciones del río Mississippi, y luego a Jamaica y su hogar en Sudáfrica. Por otro lado, tenemos la instalación “Ciguatera” de la artista portuguesa Diana Policarpo sobre las Ilhas Selvagens, un archipiélago cercano a las islas Canarias. La instalación se compone de dos enormes formaciones de rocas falsas. Pequeñas pantallas de video se revelan a través de aberturas en las superficies abultadas, como piscinas de roca que reflejan la luz del sol, mostrando imágenes de criaturas marinas como anémonas de mar o peces de colores. The Soul Expanding Ocean reúne a dos artistas con formas diferentes pero complementarias de relacionarse con las historias y ecologías oceánicas. La investigación en profundidad crea un conjunto complejo de interconexiones fluidas entre los dos espacios, lo que abre investigaciones poderosas sobre los impactos del colonialismo y las animaciones y agencias no humanas. Ubicada en la Iglesia de San Lorenzo, la iglesia preferida por Vivaldi para sus conciertos, Ocean Space se define como un centro planetario para exhibiciones, investigación y programas públicos que catalizan la alfabetización y la defensa del océano a través de las artes. Esta embajada para los océanos, fue establecida y dirigida por la Fundación de Francesca Tyssen-Bornemisza en 2011 y basándose en su trabajo expansivo durante los últimos diez años, fomenta el asombro, el compromiso y la acción colectiva.

Para terminar, queremos llamar la atención sobre un esperimento destinado a disolver y borar fronteras, el Yiddishland Pavilion, que circula entre los especios en los que se hablaba yiddish: Alemania, Polonia, Ucrania y Austria, promueve la recuperación en curso de esta lengua judeoalemana y su cultura. Comisariado por Maria Veits and

Yevgeniy Fiks, este pabellón nómada presenta proyectos de diversos artistas no tanto centrados en explorar la historia de la culyura yiddish y su relativo aislamiento, sino al contrario proyectos que buscan abrir un diálogo para comprender cómo esta cultura judía centroeuopea se ha relacionado y se sigue relacionando con los muchos lugares de su existencia. Aquí tiene su lugar más permanente y toda la información de este extraordinario  y ejemplar proyecto: https://yiddishlandpavilion.art/.